Se trata de una secuencia de posturas (asanas), que se realizan a un ritmo y con una respiración determinada (ujjayi), tratando de generar calor en el cuerpo. Esto hace que el cuerpo sude, purificándolo y liberando así las toxinas retenidas.
Este estilo de yoga no solo trabaja a nivel físico, tienes unas bases filosóficas y éticas ,también se logran mejoras a nivel mental, emocional y energético, ya que durante toda la práctica se mantiene un estado de concentración utilizando diferentes herramientas como el foco de la mirada (drishti) o la activación de unas zonas concretas del cuerpo (bandhas).
Todo esto puede parecer algo complicado al principio pero cuando tenemos una práctica consolidada, este método se convierte en una meditación en movimiento.
Existen dos tipos de sesiones, las estilo Mysore o autopráctica, donde el alumno realiza su secuencia de manera individual bajo la mirada del profesor o el estilo de clase guiada, donde todos los alumnos realizan la práctica al mismo ritmo.
Entre los beneficios principales destacan la purificación de cuerpo y mente, la mejora de fuerza y flexibilidad potenciando la vitalidad y armonía corporal. Así como la capacidad de autoobservación y escucha del propio alumno, encontrando ese estado de paz mental y calma interior.
En nuestro centro la mayoría de clases son guiadas por el profesor, teniendo también lugar a alguna práctica estilo Mysore según la evolución del grupo.
Si bien mantenemos la esencia de esta práctica milenaria que creo Shri K Pattabhi Jois en India, entendemos que nuestros cuerpos y estilos de vida occidental necesitan adaptaciones y variantes para poder disfrutar sin riesgos de esta práctica tan gratificante.
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